Vivir la JMJ fue una gran alegría, una oportunidad que pocos pueden disfrutar. Por muchos factores, ya seapor la situación económica o por otras situaciones que se presenten.

Por esto, en estas primeras líneas contaré como fue el proceso de preparación antes de la Jornada. Una lucha: buscar U$1400,00, el costo del pasaje y de participación en la Jornada. Cuando vi ese monto, me asusté, pero algo me decía: “Adelante, que lo vas a conseguir”.Yo contaba con la ayuda de la provincia Santa Clara de Asís, especialmente de la fraternidad de Santo Domingo. Y lasdistintas actividades profondo que promocionamos:

Una rifa de 5 biblias y una Tablet, que tuvo mucho éxito: entre los seis que íbamos, logramos vender casi 4000 boletos; Visitas a algunas parroquias cercanas y, sobre todo, gran ayuda de la parroquia San Isidro Labrador, de Guayabal; Concierto juvenil; Bonos de 50, 100, 500, 1000 pesos; Personas solidarias que contribuyeron donando dinero; Serrucho después de misa y Contribución de la fraternidad

Estas actividades me ayudaron a poder ir a ese gran encuentro. Cada tres meses había catequesis de preparación a la jornada, con el tema: Cuidado de la casa común, María, el espíritu de un peregrino…

El 12 de enero, fue el envío en la parroquia Nuestra Señora de Altagracia en una celebración parroquial en inicio de las fiestas Patronales.El 13,envío a nivel nacional con todos los/as peregrino/as que íbamos a Panamá. Cerca de 1500 jóvenes.

Llegó el gran día de viajar. El vuelo era por Punta Cana, a las 6:15 pm. El viaje fue bien tranquilo hasta llegar a Panamá, porque tuvimos que esperar 1 hora y mediahastala llegada del autobús que nos llevaríaa Martín Grande en Santiago de Veraguas. Allí,en la capilla, nos esperaban las familias que nos acogerían. Eran las 4:00 am. Nos recibieron con fuegos artificiales y calorosos abrazos. En esta comunidad de San Martin, se llevó a cabo la pre jornada. Mi comunidad era Piedra del Sol. Ahí me quedé en la familia de Meli y José con sus tres hijos. En esa casa, me quedé con la compañera Midel, dominicana. Todos los días nos trasladamos a Martin Grande en la mañana para la actividad del día y en la noche, para Santiago de Veraguas, donde estaba la diócesis.

De la pre jornada, puedo destacar los siguientes aprendizajes: Cariño recibido de la familia que me recibió; conocer otras costumbres, como la comida, bailes típicos. Sentí que en estos días faltómás tiempo de oración personal y comunitaria. Se enfocaron mucho en los bailes de esa región que nos ayuda a conocer la cultura pero, todo en exceso, hace daño. Comí mucho en estos días los famosos patacones, con salchichas que, en RD son “tostones”, Sancocho.

Ya para el día 26, fuimos a la parroquia Nuestra Señora de Guadalupe, ubicada en la Chorrera, aunque donde nos quedaríamos para los días de Jornada era en la comunidad San José Obrero. Ahí también nos recibieron con mucha alegría. Las familias nos esperaban con flores, regalos, abrazos. En este espacio se dieron dos catequesis y la Eucaristía.

La familia que me recibió fue Silvia y Diógenes. Mi compañera era Offi, religiosa, pero casi no compartíamos porque teníamos que salir temprano y llegábamos de noche. Ella era muy encerrada en su propio mundo.

La primera Catequesis fue impartida por el Arzobispo de Chile Moisés. El impartió el tema, “Aquí estoy Señor, con el texto del llamado de Samuel (ISam 3,1-9). Él nos cuestionaba diciéndonos que como jóvenes debemos “enfrentar nuestros miedos, ya que él nos paraliza. Debemos conquistarlos para poder vencerlos; no mirar nuestro propio ombligo, sino estar al servicio de los demás. Tambiéndecía que Samuel, al escuchar que alguien lo llamaba, se acerca a quien lo puede ayudar, y para esto Eli debe discernir para que Samuel pueda responder al llamado que viene de Dios”. La segunda Catequesis fue el padre Arturo Sánchez de México. Esta catequesis se basó en esta frase: “Lo que tú quieres, Dios lo quiere. Dios solamente quiere dos cosas: Que sea bueno y lo haga bien”.

Los días de la JMJ exigían mucho esfuerzo, voluntad de estar, disposición para caminar ya que se caminaba mucho, especialmente el sábado, para la vigilia y misa de envío.

Que puedo decir que aprendí de la JMJ?

Fue una experiencia linda, significativa, llena de Dios. Noté la fe de muchos jóvenes que, a pesar de ser de culturas diferentes, nos unía el amor. La presencia del Papa Francisco me animó mucho a seguir confiada en la opción de vida, que abrazo con mucho amor y cariño. Estoy muy grata a las hermanas, a todas las personas que me ayudaron y rezaron para que pudiera tomar parte en este gran evento. Muchas personas pusieron su granito de arena. Hoy puedo decir gracias a todos y todas los que hicieron posible este sueño. Como decíamos los jóvenes a un solo coro: “Esta es la juventud del papa”. Como él mismo destacó en la misa de envío:“Nos gusta decir: Ustedes son el futuro. No, ustedes son el ahora de Dios”.

Hermanas es hora de recomenzar siempre, es la hora de Dios. Estemos abiertas a todas las sorpresas que él nos tiene.

Un abrazo con mucho cariño a cada una.