Me voy a Brasil, pero, los llevo en mi corazón…
Después de 26 años de estar trabajando en Guatemala, estoy dejando con el corazón partido, ese bello país, la parroquia San Luís Rey de Francia, y a ese pueblo que por doce años hemos caminado juntos, a través de las formaciones con diferentes grupos, visitas y acompañamiento a las comunidades rurales y urbanas, pastoral Juvenil, Pastoral familiar y las Pequeñas Comunidades Eclesiales Misioneras, la preparación de los veinte siete “Misioneros de la Vida”, el acompañamiento de la construcción de la Casa de Salud “San José” y acompañamiento en los trabajos que allí se realizan.
Siento que en todos esos años que aquí conviví y trabajé en ese país, como misionera, he hecho la experiencia de Dios en el lento y desafiador, pero profundo y fecundo caminar de la historia de los Pueblos empobrecidos que, a los “ojos de la fe”, poco a poco, van renaciendo con la fuerza del Evangelio, dentro de la realidad que sigue todavía hoy, siendo herida y golpeada por la extrema pobreza, violencia, consecuencia también de los treinta y seis años de guerra.
Poco a poco como discípula, tanto en Ixcán - diócesis de Quiché, como en la diócesis de Jalapa, he tratado de ir haciendo la experiencia de escucha, de un mirar contemplativo de esos pueblos, por donde fui haciendo el caminar misionero junto a ellos. El pueblo q'eqchi, humilde y sencillo que, con su sabiduría, me ha enseñado a entrar con la mente y el corazón abiertos y con los pies descalzos en su mundo, y me dieron fortaleza en los momentos más duros y difíciles en mi proceso de interculturalidad y conversión personal. Muchos agentes de Pastoral, en ese primero momento fueron y siguen siendo siempre para mí, verdadero ángeles y amigos que Dios ha puesto en ese mi largo caminar.
Al dejar ese país, solo puedo decir a Dios, gracias por esta gran oportunidad y bendición que tuve de estar caminando, primeramente, en la diócesis de Quiché, una iglesia Martirial, comprometida, donde me fue enseñando a participar de su situación de muerte y sentir el dolor de sus heridas abiertas, causadas por la guerra, teniendo la gente humilde y sencilla, que me acompañaban en el caminar en los largos caminos de horas y horas, siempre en mis visitas a las comunidades.
El obispo, Monseñor Julio Cabrera Ovalle, juntamente con aquel pueblo sufriente de aquella Iglesia Martirial de Quiché, me enseñaron a contemplar el rostro de Dios dentro de aquella dura y desafiadora realidad, a percibir los signos de vida y esperanza allí presentes. Me han enseñado a vivir una mística inculturada de solidaridad, de comunión con los Agentes de Pastoral y de identificación con los más pequeños, los preferidos del corazón de Dios, Padre y Madre.
Por todo eso, estoy profundamente agradecida a Dios y a la gente que me ha aceptado y acompañado en esas dos diócesis. Considero que, tanto en la diócesis de Quiché como en la de Jalapa, he logrado, mismo con mis grandes debilidades y desafíos, compartir mi vida en la dinámica de la Misión, en una entrega consciente, libre y decidida en el compromiso asumido junto con los agentes de pastoral y los liderazgos.
No puedo terminar sin decir a ustedes, que lo más bello que he vivido en las diócesis de Quiché y Jalapa, fueron las Santas Misiones. Fue verdaderamente un tempo de gracia, un verdadero Pentecostés y don de la Divina Ruah, para mí y para el pueblo de Dios, que le ayudó a descubrir el gran dinamismo misionero, marcado por tanta entrega, espiritualidad, discipulado siempre dentro de una gran dinámica creativa del Espíritu.
Agradezco profundamente a todas las comunidades, al nuestro obispo Monseñor Julio, a los sacerdotes, por todo apoyo y fortaleza que me han dado durante esos años de mi caminar misionero, principalmente en los momentos más difíciles que he vivido aquí en San Luís, y les pido perdón si he fallado alguna vez.
Un gran abrazo y bendiciones para cada uno y una de ustedes niños, adolecientes, jóvenes, adultos y ancianos, a las diferentes pastorales, familias y a los Agentes de Pastoral. Pido siempre a Dios que les siga iluminándoles con su divina sabiduría y les conceda todas las bendiciones necesarias para ustedes; pido que recen por mi por favor, para que sea fiel en la nueva misión que iré asumir, ahora en Brasil.
Fraternalmente,
Hna. Terezinha Pacheco
San Luís Jilotepeque - Guatemala, 20 de febrero de 2019
Comentários
Foi realmente um longo tempo, onde com disponibilidade e alegria você cativou e orientou muitas pessoas. Parabéns. parabéns também pela coragem de regressar e continuar a missão por aqui. Deus seja louvado.
Um abraço grande e feliz retorno.
Obrigada por seu alegre e radical testemunho missionário em Guatemala desde agosto de 1992! Quantas caminhadas de botas, no lodo, viagens em canoas ou a pé, para visitar comunidades distantes entre o povo indígena maia, nos cuidados da saúde entre os mais pobres...
A Divina Ruah acompanhe agora, seus passos, pelos caminhos de Cora Coralina, Goianira, na periferia de Goiânia, na irmandade com as irmãs Dalvina Piva e Lucia Vegini. Na Esperança e alegria o nosso abraço!