O Papa Francisco conclama a igreja a viver, em outubro, um ‘tempo extraordinário de missionariedade’, um tempo propício de graça da Divina Ruah, sopro fecundo, que nos areja e consola neste momento de encruzilhada para a igreja e o mundo.
É um convite a renovar com ardor e elã nossa missão de “colocar-nos a serviço da vida, para que as pessoas possam reconquistar a própria dignidade” (CCGG 37). Como discípulas do Mestre, somos provocadas a descobrir as “sementes do verbo”, presentes em todos os povos e culturas, numa atitude de mútuo aprendizado.
Nesse kairós que o Senhor nos concede, cada dia vamos partilhar uma vivência missionária, a partir dos diversos “chãos sagrados” onde estamos inseridas, como Irmãs Catequistas Franciscanas. Aí vemos a entrega, o lava-pés no cotidiano da missão. A Divina Ruah continua animando tantas irmãs que tomam o lado dos pequeninos, os preferidos de Deus, na defesa de seus diretos. São relatos que nos animam e provocam que nos alegram e nos fazem rezar... Vamos celebrar!
Sintonizemos com Irmã Margarida Beb Xol de Guatemala, que partilha sua vivência missionaria.
"Llevo la buena nueva con alegría
mirando hacia la construcción del Reino de Dios…”
San Luis Jilotepeque, Jalapa, ubicado al nororiente de Guatemala, tierra cálida, la población es de la etnia pocomam, conocido como la tierra del cántaro y la piedra de moler.
Hace doce años que llegaron las primeras hermanas a estas tierras de misión. Se ha trabajado mucho en la formación y acompañamiento a las comunidades, lo que ha permitido pequeños cambios en la vida comunitaria, familiar y personal.
Aún hay muchos problemas y necesidades que aquejan a la población, entre ellos puedo mencionar la situación de la mujer.
Según lo que observo, escucho y lo que ellas comparten, para ellas no hay espacio en la familia ni en la sociedad. No hay oportunidad de estudio, no les permiten salir de casa para buscar un empleo, sufren de violencia en al hogar, el machismo, la pobreza, el racismo, haciendo papel de padre y madre en el hogar por la migración y la unión de jovencitas a temprana edad, no son aceptadas por los padres cuando todas son hijas, entre otros.
Ante esta dura realidad, pensamos en fraternidad que podía hacer un trabajo con mujeres en las comunidades. Así he organizado unos grupos, donde la participación es poca, por varios factores que no permiten el crecimiento de los mismos.
Lo que trabajo con ella es formación, con temas del medio ambiente, la igualdad de género, organización y trabajos manuales para despertar en ellas la creatividad, ocuparse en algo diferente y también una manera de generar un pequeño ingreso en el hogar desde sus propios dones, capacidad y esfuerzo.
Creo que a través de la formación de las mujeres es posible otro mundo, porque son ellas las que están las veinticuatro horas del día, con los hijos en casa.
Otra forma de fomentar cambios en la sociedad y la iglesia es a través de las formaciones que impartimos como equipo parroquial de las pequeñas comunidades, tanto a los líderes como a los miembros de las mismas, y esto ha permitido que el pueblo esté dando nuevos pasos en sus compromisos tanto a nivel social como eclesial.
Por el séptimo aniversario de su fundación, que se realizó en el mes de julio, organizamos varias actividades, en la clausura. Asistieron unas 1,500 personas, fue muy bonito y participativo.
Con estas actividades y entre otras, siento que me ha permitido estar más cerca del pueblo, sentir sus penas, sus sufrimientos, sus alegrías, como también han aprendido de mí y yo he aprendido de ellas y ellos.
Lo que hago es compartir el pan del saber. Caminando entre este pueblo Pocomam con sus limitaciones y luchas, llevo la buena nueva con alegría mirando hacia la construcción del Reino de Dios, que es forjar un mundo mejor, que es el deseo del Padre.
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