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18 Outubro 2019
Enviadas a dar frutos!!

“Eu sou a videira e vós o ramos...”

Cuando Jesús explica que El es la Vid y nosotras/os los sarmientos (Jn 15) nos quiere hacer comprender várias realidades importantes: Cómo ha de ser la unión del cristiano con El, cómo ha de vivir su comunión con sus hermanos en la Iglesia y cómo ha de colaborar con El para producir fruto.Todo ha de estar centrado en El, como la rama está en el tronco y recíbe allí la vida; todo depende de Jesús y ha de estar en función de El; permaneciendo en su amor, viviendo con El. El es la fuente de vida.

Jesús muestra que todo está unido, es un solo árbol y las partes viven en comunión. Así, los cristianos hemos de permanecer en su amor para poder vivir unidos a la unidad para que el mundo crea (Jn 17, 21 ss). Cómo entendieron esto los Apóstoles? ¿Cómo lo vivieron las Comunidades Cristianas?Los Apóstoles escucharon la llamada de Jesús y la respondieron decididamente, de manera inmediata y con una entrega completa. Comprendieron que habían sido llamados a compartir su vida con El. Por eso, poco a poco, se quedaron a vivir con El. Aprendieron lo que Jesús les enseñaba con su vida y con sus palabras. En la medida en que conocían y amaban a Jesús, lograban unirse y comprenderse con los demás Apóstoles. Fué una magnífica experiencia de amistad y de ayuda fraterna la que vivieron ellos en torno a Jesús. Y, conforme a la llamada, progresivamente fueron enviados por el Señor como pescadores de personas, anunciadores/as de su Reino. En ello pasaron el resto de sus años, hasta dar la vida completamente como Jesús y por El, en el cumplimiento de su misión.

Las primeras comunidades cristianas (cf. Hch 4,32) estaban centradas en Jesús: escuchaban su Palabra, se encontraban con El y se esforzaban en seguirlo. Ellos se esforzaban en vivir la comunión fraterna con expresiones muy concretas, hasta el punto de que lo que buscaban era tener un solo corazón y una sola alma (Hch 2,42); muchas de esas comunidades llegaron a tener expresiones verdaderamente cristianas en el compartir de bienes y en la comunión fraterna hasta convertirse en un signo evangelizador leído por otras personas que decían de esos cristianos: mirad cómo se aman.. Esa comunión fraterna les sirvió para evangelizar. Las comunidades cristianas, desde el principio, entendieron que habían sido enviadas a evangelizar a todas las gentes y, por eso, no se quedaron en Jerusalén sino que salieron como enviados a comunicar la fe. Fueron perseguidos y eso mismo los impulsó a dar toda su vida por Jesucristo , en el cumplimiento de su misión.

En la Iglesia, a través de la historia, muchísimas personas y comunidades cristianas han vivido ese mismo estilo de vida y han cumplido su misión. Por eso se han llamado "cristianos". Nos convendrá conocer e imitar las "figuras misioneras" de todos los tiempos. En ellas nos sigue interpelando Jesús a dar nuestra propia respuesta misionera con una generosidad completa.Queremos vivir  la Espiritualidad Misionera que es:

  • Centrar y orientar la vida a la misión, en plena docilidad al Espíritu Santo.
  • Vivir la vida cristiana con su esencial dimensión misionera universal.
  • Vivir según el estilo "misionero" de Cristo, Buen Pastor.
  • Asumir la misión como fuente, camino y medio propio para la santificación personal y comunitaria. Nos santificamos en la misión y por la misión conseguimos las tres cosas que caracterizan la santidad cristiana  (cf. L.G. 40)
  • Unirnos más a Dios, perfeccionar nuestra caridad y tener una vida más "cristiana".

*Vivir con El: cada día, acercarnos y unirnos más a El, compenetrarnos como sus amigos, permanecer en Su Amor. Para ello es fundamental comprender a Jesucristo como el "enviado" que nos envía. Eso exige que nosotros lo descubramos presente, actuante como Salvador hoy, mañana y siempre; que nosotros vivamos en una íntima comunión con El. Nos reconocemos y obramos como enviados de Jesús, y vamos acompañándolo. Somos sus enviadas, sus compañeras, sus mensajeras, las que vamos a mostrarlo en donde yá El que nos está esperando (Cfr. RM 88). En la profundización de esta convivencia amorosa con El nos ayuda de manera especial la Eucaristía, la escucha de la Palabra y la oración personal.

*Vivir como El, asemejarnos a El: en mentalidad, criterios; manera de sentir y de actuar, en actitudes y en las acciones. Con humildad y obediencia entregar nuestra vida al estilo de Jesús. Es el Espíritu Santo quien va realizando esa transformación en nosotros para vivir como El. Esto exige comprometernos con El cada vez más: Ser "discípulos/as" y "testigos/as", escuchando la Palabra y poniéndola en práctica.. Poner a disposición de Jesús toda nuestra persona, vida, corazón, mente y bienes.

 Espiritualidad para vivir la caridad apostólica:"Ir con El,”  en su nombre y con su poder. Es el cumplimiento del mandato y la misión: vayan y evangelicen a todas las gentes (Mt. 28, 19-20). "Ir con El  dar la vida", movidos por la caridad pastoral de Jesucristo, conforme a nuestra propia misión.

La caridad apostólica se describe como sentir el ardor de Cristo por las personas, el celo apostólico por las personas, según el modelo de Jesús incansable, entregado, obediente, no ahorra esfuerzos, se dá de todo corazón. Es lo que se propone vivir Hermana Dulcemari Ruviaro, junto a los alumnos y profesores en la Escuela. Esa caridad apostólica se manifiesta, por ejemplo, en ternura, como la que tenía Jesús en el trato con la gente; atención, con dedicación a cada persona y a cada comunidad; compasión, para no ser un juez del outro/a sino um/a hermano/a, dándole la mano; acogida, disponibilidad, interés por las necesidades de los otros/as.

La espiritualidad misionera demuestra un amor filial a María y promueve una contínua imitación de su caridad y de su amor materno, que comunica vida dando a Jesús.

Conclusiones: El verdadero misionero es el Santo en el sentido de que cada misionero preocupa por crecer en la comunión con el Señor, en comunión fraterna y en dar a Jesús y darse como Jesús. También podemos decir: el santo es verdadero misionero, porque no se llega a ser santo sin ser verdadero misionero. Y así destacamos que la misión es el principal medio, el principal camino, para ser santo, santa...Son tres las claves de nuestra espiritualidad misionera: seguimiento de Jesús( vivir con El y vivir como El ), comunión fraterna (unirnos en El ) y misión universal (Ir con El y Dar la vida ). Con estos pasos conseguiremos cada día tener más el estilo de Jesús y dar el fruto que el Señor espera de nosotros.

  • Jesucristo, por el Espíritu Santo, es el que obra la santificación en la Iglesia, en cada persona, en cada comunidad. Lo que nosotros seamos, lo que vivamos, los frutos que produzcamos, depende de que estemos em
  • El, con su estilo de vida y con una plena entrega a la misión universal. La espiritualidad misionera nos mantiene dóciles a la acción vivifivcante y santificadora del Espíritu Santo.

Viviendo auténticamente nuestra espiritualidad misionera, seremos buenas Misioneras para ser santos,santas. Nosotras Dulcemari, Eliza y Thereza invitamos a todas las hermanas no tener miedo, tener osadía misionera para ir con El en nuevos espacios, nuevas realidades, alegría franciscana para acoger pobres, migrantes... Ser perseverantes y confiantes como nuestras fundadoras María, Amabile y Liduina, unidas a la Iglesia Universal, con espíritu renovado.

Informações adicionais

  • Fonte da Notícia: Hermanas: Eliza Schafaschek, Thereza Makowska y Dulcemari Ruviaro

Comentários  

#1 Ir. marilete Rover 06-11-2019 22:40
Queridas Hermanas, Eliza, Thereza, Dulcemari!
A mi me gustó leer esta bella reflexión! Fue deveras una oportuniad de retomar nuestra misión ciudadana y religiosa.
Con carinõ.

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