“Los maestros sabios, que enseñaron a muchos a andar por el buen camino, brillarán para siempre como las estrellas del cielo” (Dan 12,4).

Esta alegre enseñanza nos la transmite la Biblia, libro sagrado de millones de personas y es, además un horizonte esperanzador para los que asumen la misión de enseñar. Esta misión que enciende estrellas, que se orienta por las estrellas que, antes de ellos, han brillado y alumbrado tantos caminos. Las estrellas son las alegrías que trae esta noble labor de enseñar.

La vida de un maestro es un cielo puntillado de estrellas. ¿Qué puede ser más alegre que una noche estrellada? Nombremos, pues, las estrellas, cuya terca luz transpone las nubes de las tremendas dificultades que, a diario, tienen que afrontar los que se proponen enseñar. La alegría que enciende estrellas en los ojos de un maestro, más que nada, es ver que sus alumnos van creando alas en el camino hacia el conocimiento, para alargar los horizontes de su mundo. Estas alas que brotan de la primera alegría: juntar letras para formar palabras; juntar palabras para escribir su historia.

La alegría del maestro es la alegría que viene de estar seguro que es la pieza fundamental en la construcción y conservación del mundo. Su misión es la misión misma del Hijo de Dios que se hizo Maestro porque “un pueblo que no sabe no puede ser libre”. La alegría del maestro es la de ser instrumento para la libertad y la dignidad de las personas y de los pueblos.

He dado clase en tres lugares: El Centro Educativo Luz Divina con dos cursos, con alumnos de tres a cinco años; en el Colegio Máximo Gómez, con pre-primario y segundo de primaria, ambos en el barrio la Altagracia. Hace cinco años, estoy en el Centro Educativo Padre Vicente Yábar. En el primer año, impartí Formación Integral Humana y Religiosa; luego durante 03 años trabajé con 4to de Primaria y este año, me desafiaron a ir a quinto de Primaria.

Es una gran alegría poder contribuir a la educación dominicana. Hasta ahora, lo hemos hecho bien.  La maestra Alexandra Moreta nos dice que “María Luz Suero es una maestra que realiza su trabajo con mucho esmero, responsabilidad, disciplina y dedicación. En su labor docente, aplica técnicas y estrategias que permiten dinamizar el proceso de enseñanza-aprendizaje con cada grupo con el cual ha trabajado. … Me siento muy orgullosa de trabajar con ella en segundo ciclo”.

Otra compañera, de trabajo, Yuderca, así se manifiesta: “En lo que va de su trayectoria en el centro Educativo, he observado solidaridad, entrega, compromiso en lo que hace y mucha responsabilidad, sobre todo en esa manera de colaborar en todo lo que puede…, nos orienta en el dominio de los programas de clases, mismo no estando en el mismo grado nos da ese apoyo. Tiene su manera de decirnos: ‘Eso no va así’, para prevenir cualquier situación que se pueda presentar. No sé cómo se reparte para apoyar a tantas personas. Tiene un buen dominio de su trabajo”.

Cuanto al Pacto Educativo, en República Dominicana, solo es trabajado en los Colegios Católicos. En el Centro Educativo donde soy maestra, que es un colegio semi oficial, no se trabaja con el Pacto educativo.