En este inicio de año, apreciamos el encuentro CICAF JOVEN – encuentro de las hermanas de hasta diez años de consagración religiosa – que está aconteciendo en los días 04 a 08 de enero de 2020. Desde la salida de nuestras hermandades, sentimos acogida por la coordinación del encuentro y también apoyo de todas las Hermanas de la Congregación. Fuimos acogidas de manera muy especial y cariñosa por las hermanas de la Casa Madre – Rodeio, SC, donde acontece el encuentro. ¡Por tanto, reciba nuestra gratitud!
La creatividad de las hermanas en la oración fue y está siendo una verdadera inspiración. Muy motivante. El tema “el rostro joven de la hermana catequista franciscana en misión” y el lema “consagradas y enviadas” (cf. Lc 4, 16-22) son luceros en el camino.
El encuentro es marcado por la mística, sintiéndonos franciscanas con espíritu alegre y sororal. Nos adentramos con la Palabra de Dios y en la Forma de Vida prosiguiendo con el texto “si la vida me llamara”. Es marcado también por el compromiso de dar y recibir cariño, como crecimiento en la entre ayuda en cualquier lugar donde estemos; y por el servicio, organizado en grupos identificados con el nombre de las fundadoras, que son inspiración en nuestra caminada.
A pesar del viaje largo y cansado que las hermanas hicieron para llegar a este encuentro, todas manifestaban su alegría y felicidad por estar presente.
Con entusiasmo, mucha curiosidad y abertura para querer saber cómo cada una está, en una actitud de comunión, respeto y acogida, dedicamos un tiempo largo para compartir nuestra vida y caminar, nuestras disposiciones, alegrías, sueños y desafíos.
La reflexión del tema “El rostro joven de la Hermana Catequista Franciscana en misión” nos llevó a reflexionar sobre la diferencia del rostro joven de la Hermana con Hermana con rostro joven en todos los sentidos que el rostro tiene.
Nos sentimos provocadas, pues en lo cotidiano no reflexionamos sobre nuestras actitudes, si está de la joven o de la vieja hermana catequista franciscana. A partir de eso estamos escuchando el compartir de la vivencia misionera de cada una. Compartir la vida y misión que cada una tiene es una riqueza. Vamos vivencindo este momento bello y sagrado, con mucha gratitud por la vida compartida, pero que continuará enriqueciéndonos en los días restantes.
En la noche del sábado, participamos de la Misa en la parroquia de los frailes franciscanos, donde al final el padre nos llamó al frente para presentarnos a la comunidad. Dijimos nuestros nombres y el lugar de dónde somos, así como la misión que vamos realizando. Fue muy significativo y motivante la acogida de la comunidad.
¡Gracias, Divina Ruah, por la vida y sabiduría compartida!
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